Juan Antonio Planas. Presidente de la Asociación Aragonesa de
Psicopedagogía y Orientador del IES Tiempos Modernos
El
debate sobre la jornada partida o continua está viciado. Suele hablarse más de
lo que conviene a los adultos y nos olvidamos de los verdaderos agentes: los
niños.
Desde
el punto de vista psicopedagógico existen ventajas en la jornada continua
ya que en las primeras horas de la mañana el rendimiento académico en las áreas
con más exigencia intelectual es superior al de las tardes, permite tener más
tiempo libre para que los alumnos puedan disponer de su ocio y reduce el tiempo
de los desplazamientos . La mayoría de las comunidades autónomas, sobre todo
del sur de España han adoptado la jornada continua y la mayor parte de las
familias, alumnos y profesores están satisfechos*.
Sin
embargo, también tiene inconvenientes ya que concentrar muchas sesiones seguidas
contribuye al cansancio y a la falta de atención, impide tiempos para
coordinación del profesorado, hay que levantarse mucho más temprano, los
alumnos que no tienen a sus padres en casa por las tardes están más
desorganizados, etc. Sobre todo es más plausible en los alumnos de Educación
Infantil.
En
Aragón la situación es diferente. No se puede generalizar lo que es mejor para
todos los casos y en todos los lugares. No es lo mismo hablar de la escuela
rural en donde apostamos por la jornada partida que la urbana en donde los
desplazamientos suponen muchísimo tiempo. Tampoco es lo mismo hablar de los
niños de E. Infantil que de los últimos cursos de primaria. En el primer caso
no se puede plantear una jornada desde las 9 hasta las 14 horas por ejemplo con
breves descansos intermedios.
Es
necesario flexibilizar muchísimo más
la actual situación y ofertar a las familias diversas alternativas. Todas ellas
deberían pasar por ampliar el horario de los centros educativos. Se facilita la
conciliación de las familias cuando los centros educativos tienen el horario de
apertura y de cierre mucho más amplio. No tiene por qué coincidir el horario de
los alumnos, con el de los profesores y con el de los centros. De igual manera
habría que plantear que las áreas instrumentales se aborden en las primeras
horas de la mañana y las de la tarde se dediquen a actividades extraescolares
de tipo artístico, musical, deportivo, creativo o innovador. Tampoco debería
ser igual el horario en primavera y otoño que en invierno.
Por
otro lado, habría que potenciar diversas opciones en distintos centros para que
las familias pudieran elegir dependiendo de sus necesidades. Unos colegios
podrían seguir ofertando el horario partido, otros ampliando el horario de la
mañana y reduciendo las tardes a dos o tres a la semana y otros incluso hacer
la jornada continua con actividades extraescolares gratuitas por las tardes,
incluido el comedor.
La escuela del futuro debe ser
mucho más flexible en todos los sentidos en metodología desde luego, pero
también en horarios, en la distribución de las vacaciones y espacios escolares.
* Sólo tienen jornada partida Aragón, Valencia, Cataluña y Euzkadi
Juan Antonio Planas. Presidente de la Asociación Aragonesa de
Psicopedagogía y Orientador del IES Tiempos Modernos
El
debate sobre la jornada partida o continua está viciado. Suele hablarse más de
lo que conviene a los adultos y nos olvidamos de los verdaderos agentes: los
niños.
Desde
el punto de vista psicopedagógico existen ventajas en la jornada continua
ya que en las primeras horas de la mañana el rendimiento académico en las áreas
con más exigencia intelectual es superior al de las tardes, permite tener más
tiempo libre para que los alumnos puedan disponer de su ocio y reduce el tiempo
de los desplazamientos . La mayoría de las comunidades autónomas, sobre todo
del sur de España han adoptado la jornada continua y la mayor parte de las
familias, alumnos y profesores están satisfechos*.
Sin
embargo, también tiene inconvenientes ya que concentrar muchas sesiones seguidas
contribuye al cansancio y a la falta de atención, impide tiempos para
coordinación del profesorado, hay que levantarse mucho más temprano, los
alumnos que no tienen a sus padres en casa por las tardes están más
desorganizados, etc. Sobre todo es más plausible en los alumnos de Educación
Infantil.
En
Aragón la situación es diferente. No se puede generalizar lo que es mejor para
todos los casos y en todos los lugares. No es lo mismo hablar de la escuela
rural en donde apostamos por la jornada partida que la urbana en donde los
desplazamientos suponen muchísimo tiempo. Tampoco es lo mismo hablar de los
niños de E. Infantil que de los últimos cursos de primaria. En el primer caso
no se puede plantear una jornada desde las 9 hasta las 14 horas por ejemplo con
breves descansos intermedios.
Es
necesario flexibilizar muchísimo más
la actual situación y ofertar a las familias diversas alternativas. Todas ellas
deberían pasar por ampliar el horario de los centros educativos. Se facilita la
conciliación de las familias cuando los centros educativos tienen el horario de
apertura y de cierre mucho más amplio. No tiene por qué coincidir el horario de
los alumnos, con el de los profesores y con el de los centros. De igual manera
habría que plantear que las áreas instrumentales se aborden en las primeras
horas de la mañana y las de la tarde se dediquen a actividades extraescolares
de tipo artístico, musical, deportivo, creativo o innovador. Tampoco debería
ser igual el horario en primavera y otoño que en invierno.
Por
otro lado, habría que potenciar diversas opciones en distintos centros para que
las familias pudieran elegir dependiendo de sus necesidades. Unos colegios
podrían seguir ofertando el horario partido, otros ampliando el horario de la
mañana y reduciendo las tardes a dos o tres a la semana y otros incluso hacer
la jornada continua con actividades extraescolares gratuitas por las tardes,
incluido el comedor.
La escuela del futuro debe ser
mucho más flexible en todos los sentidos en metodología desde luego, pero
también en horarios, en la distribución de las vacaciones y espacios escolares.
* Sólo tienen jornada partida Aragón, Valencia, Cataluña y Euzkadi